La idea de viajar no es algo nuevo: los antiguos griegos o romanos ya lo hacían, y así lo hicieron otras culturas anteriores a ellos. Con el tiempo, viajar se ha convertido en una actividad para relajarse y educarse, en beneficio de todos. Aquí incluimos una rápida mirada sobre la historia del turismo y cómo afecta a la Región Isla de Francia.
Las formas de turismo centradas básicamente en el comercio, así como los peregrinajes por motivos religiosos o de salud, eran razones habituales. Gracias en parte al Sistema romano de carreteras, los que podían viajaban hasta famosos monumentos, baños termales o el mar. Los viajes de placer o negocio estaban fuera del alcance de la mayoría, así que solo los más ricos podían permitírselo.
En el siglo XVII, se empiezan a observar evidencias de turismo como vía de estudio (quizá el antiguo equivalente al año sabático). Esto solo afectaba a los jóvenes nobles, no para trabajar, sino para acumular experiencias y ver mundo. A menudo significaba estudiar arte y literatura viajando por Europa. Los llamados «Grandes Tours» solo los disfrutaban los nobles que podían dedicar el tiempo y el dinero a dos o tres años de viaje. El francés era el idioma predominante en aquella época, por lo que muchos de los jóvenes iban a París para mejorar su francés y sus conocimientos culturales, así como tareas internas del gobierno. Desde aquí, el viaje solía tener una parada en Suiza, Italia, Austria y Alemania.
La aparición del motor de vapor fue un punto de transición en la historia del turismo. Actualmente, gracias al tren y personas como Thomas Cook, la gente común también ha podido disfrutar de viajes por el continente europeo o Reino Unido. Los parisinos se movieron a ciudades costeras como Deauville, y la costa sur de Francia era muy popular entre los turistas británicos. El mundo de las Expos generó turismo (16 millones de visitantes en 1878), así como algunos de los principales puntos turísticos del París actual, como la Torre Eiffel, el Grand Palais o el Petit Palais.
El gran reto apareció tras la Segunda Guerra Mundial. De repente, muchas más personas tenían tiempo para unas vacaciones y surgió una emergente clase media. Los vuelos de pasajeros y la gran presencia de coches particulares aumentó la capacidad de viajar. En muchas regiones de todo el mundo, el turismo se convirtió en una actividad muy importante para la economía local, y los países ricos pasan a depender del flujo de personas y los ingresos que genera este sector. Francia, por ejemplo, en 2017 tuvo la mayor afluencia mundial de turistas extranjeros, con 86,9 millones, y se tradujo en 45,9 billones de dólares en 2016, según la Organización de Turismo Mundial.
Gracias a su rica historia y cultura, París es la 3ª ciudad más visitada del mundo, por detrás de Bangkok y Londres, y la región recibe unos 50 millones de visitantes cada año. El turismo es muy importante, ya que genera 21 billones de euros de ingresos y 511.000 puestos de trabajo. ¿Quiere hacer su pequeño «Grand Tour»? Hay 140 museos que ofrecen desde arte a ciencia, 4 lugares clasificados como Patrimonio Mundial por la UNESCO (Versalles, Fontainebleau, Provins y los bancos del río Sena), así como 4.000 monumentos históricos dispersados por toda la región. Para situarse, si visitara 2 cada día necesitaría unos 5 años y medio para verlos todos. Para los interesados en espectáculos modernos, hay muchos festivales de música, muestras, centros de shopping y restaurantes de gran calidad.
Pero no todo es diversión: París recibe a la mayor cantidad de visitantes empresariales del mundo, por delante de Londres y Shanghái. Con unas 1.000 convenciones cada año en la región, y más de 400 ferias, es muy probable que visite la Ciudad de la Luz antes de lo que piensa. Y recuerde: tanto si visita París por negocios o placer, está siguiendo los pasos de quienes lo hicieron antes que usted.